Moody’s RMS estima que las pérdidas económicas de los terremotos de magnitud 7.8 y 7.5 que azotaron el sur de Turquía el lunes 6 de febrero probablemente excedan los 25.000 millones de dólares y que es probable que la pérdida total asegurada supere los 5.000 millones de dólares.

Estas estimaciones de pérdidas reflejan únicamente el impacto de los terremotos en Turquía; las pérdidas en Siria no están incluidas. Las pérdidas aseguradas incluyen las de las aseguradoras privadas, así como las del Turkish Catastrophe Insurance Pool (TCIP).

Las estimaciones de pérdidas se basan en un análisis utilizando los modelos de terremotos RMS Europe de Moody’s y reflejan los daños a la propiedad y el contenido, y a la interrupción del negocio, en líneas residenciales, comerciales e industriales en Turquía.

El lunes 6 de febrero, un terremoto de 7.8 grados golpeó el este de la ciudad turca de Nurdaği, desencadenando una fuerte secuencia de terremotos. Esto incluyó un terremoto de 7.5 grados que azotó el sur-sureste de Ekinözü, Turquía. Estos terremotos ocurrieron en el sur de Turquía, cerca de la frontera norte con Siria, y causaron daños graves y generalizados en Turquía y el norte de Siria, y los temblores se sintieron en lugares tan lejanos como Líbano, Chipre, Israel y el Estado de Palestina.

Los eventos rompieron múltiples fallas en la amplia zona de fallas del este de Anatolia. Se reconoce que la región tiene un alto riesgo de terremotos, con distintos terremotos de 7 grados o más que no se producían desde el siglo XIX.

Nilesh Shome, vicepresidente de desarrollo de modelos de terremotos en Moody’s RMS, ha afirmado: “Los terremotos rompieron fallas geométricamente complejas con múltiples ramificaciones y fueron parte de una secuencia activa que incluyó más de 400 eventos de 4 grados o más. Es muy inusual que un terremoto desencadene otro evento de tal magnitud como un terremoto 7.5 grados. Los dos terremotos más grandes generaron movimientos de tierra significativos y muchas áreas se vieron afectadas por ambos eventos”.

La devastación fue generalizada. Según el Ministerio de Medio Ambiente, Urbanización y Cambio Climático de Turquía, 11 provincias se vieron gravemente afectadas por los terremotos, y los daños fueron peores en Gaziantep, Hatay y Kahramanmaraş. Hasta el 22 de febrero, se informó que más de 335.000 edificios resultaron dañados.

El camino hacia la recuperación en Turquía llevará varios años debido a la escala del daño, y las complejas condiciones macroeconómicas que existían antes de los eventos, incluida una inflación significativa, obstaculizarán la reconstrucción y se sumarán a los costos generales.

Laura Barksby, gestora en Moody’s RMS, ha señalado: “Los eventos destacaron la devastación que puede surgir cuando los eventos de gran magnitud coinciden con un parque de edificios vulnerable. Continuamos aprendiendo de cada terremoto significativo, y los eventos en Turquía actúan como una llamada de atención para otras regiones propensas a terremotos, particularmente en lo que respecta a la verdadera calidad de los edificios”.