Por Adolfo Masagué, Director Comercial DAS Seguros

Desde DAS Seguros vemos a menudo diferentes situaciones personales en el ámbito familiar que requieren de un abogado de cabecera. ¿Cuántas veces a lo largo de un año nos encontramos con situaciones como consumidores, propietarios de vivienda, asalariados u otros ámbitos de la vida personal en las que sentimos que se están vulnerando nuestros derechos? Entre los casos más frecuentes vemos los conflictos con nuestra compañía de teléfonos por recargos no acordados en el contrato, con la compañía de la luz por el cambio de contrato sin previo aviso, la tienda que se niega a aceptar la devolución de un producto, la aerolínea que ha perdido tu maleta, la aseguradora que ha rehusado tu siniestro, o el curso que has abonado por adelantado y que no has podido iniciar porque la academia ha cerrado. 

Seguramente todas estas situaciones nos resulten demasiado familiares. ¿Cuántas de ellas decidimos no reclamar por temor al coste, el desconocimiento, la falta de tiempo o no saber a dónde acudir? Y no hablemos de las decisiones de nuestro día a día en las que evaluamos diferentes opciones antes de tomar una determinación final y que requerirían de asesoramiento como el alquiler de una nueva vivienda, el cambio de empresa o los trámites ante el fallecimiento de un familiar.

En general, en España no tenemos una cultura del litigio tan desarrollada como en otros países de nuestro alrededor. Esto se debe en gran parte a nuestra cultura, pero también encontramos dos factores disuasorios determinantes: el coste y los amplios plazos de resolución de los procedimiento judiciales. Aunque no existe un conocimiento general del coste aproximado que supondría ejercer nuestros derechos a través de acciones legales, sí lo identificamos como costoso. 

Si esta percepción de coste la encontramos también en otros ramos aseguradores con gran arraigo en las familias como hogar, salud o vida, ¿por qué la protección jurídica continúa siendo la gran desconocida? Aunque existen muchas razones, las podríamos resumir en: baja percepción del riesgo y dificultad para comprender los productos. En ambos casos, la labor de un asesor profesional – y como máximo exponente encontramos al mediador de seguros – resulta clave. 

Desde DAS Seguros conocemos esta complejidad, por lo que hemos desarrollado un nuevo concepto de protección jurídica que se caracteriza por su simplicidad, una amplia cobertura de la vida privada y, sobre todo, una configuración modular que permite adaptar el producto a las necesidades de los clientes. Así es DAS Abogado Personal Todo Riesgo, un seguro que, además, destaca por establecer de forma muy clara lo que está garantizado y lo que no. Un producto con el que las familias se ven protegidas en todas las facetas de su día a día: vivienda, consumo, laboral y accidentes y lesiones.

DAS Abogado Personal Todo Riesgo, ya sea en su opción más completa o por módulos, está diseñado para ser un producto de cabecera al que recurrir ante cualquier imprevisto de la vida diaria. Un complemento que asegura la tranquilidad de contar con expertos que te asesoren y protejan cuando se necesita, defendiendo y reclamando tus derechos tanto de forma transaccional como si hay que acudir a la vía judicial, sin que ello incurra en ningún coste para el asegurado. Y todo con un coste máximo, en el caso de contratar la modalidad más amplia, de 12 euros al mes.

De esta forma, desde DAS ponemos a disposición del canal de mediación un producto sencillo de explicar, de entender y que aporta valor a las familias desde el primer minuto.