Coface analiza la influencia de la crisis del Covid-19 en la economía global
La expansión del Coronavirus (Covid-19) ha derivado en una crisis mundial. En un primer momento, la epidemia del Covid-19 sólo afectó a un número limitado de cadenas de valor en China – pero se ha acabado convirtiendo en una pandemia global cuyas repercusiones han creado un doble shock – de suministro y de demanda – que está afectando a un gran número de industrias en todo el mundo tal y como revela el último barómetro de Coface indica que se producirá un auge global de las insolvencias corporativas.
«La singularidad de esta crisis hace que las comparaciones con crisis anteriores sean inútiles, ya que todas ellas tuvieron un origen financiero (la crisis global de 2008-09 o la gran depresión de 1929). La pregunta ya no es qué países y sectores de actividad se verán afectados por este shock, sino cuáles serán los pocos que se salvarán«.
Este shock podría ser aún más violento para las economías emergentes:además de la pandemia, que será mucho más difícil para ellas, dichas economías se enfrentan a la caída del precio del petróleo, así como a una fuga de capitales que se ha multiplicado por cuatro respecto a los niveles de 2008.
En este contexto, Coface prevé para 2020 la primera recesión de la economía global desde 2009 ,con una tasa de crecimiento de -1.3% (tras 2,5% en 2019). Coface también pronostica una recesión en 68 países (frente a los 11 del año anterior), una caída del comercio mundial de 4,3% para este año (tras una caída de -0.4% en 2019), y un aumento de las insolvencias corporativas en todo el mundo de 25% (frente al pronóstico del pasado mes de enero que se situaba en el 2%).
Al respecto de esta crisis, Marcos Carias, economista de Coface para la Zona Euro, ha comentado la respuesta fiscal de la Eurozona ante la pandemia. Constatando que tras semanas de sucesivos retrasos, los ministros de finanzas de la Zona Euro acordaron un paquete fiscal de 540.000 millones de euros. Más notablemente, los oficiales acordaron implementar el Mecanismo de Estabilidad Europea (el fondo de rescate constituido durante la crisis del euro) mediante la apertura de una línea de crédito de 240.000 millones del que los estados miembros podrán solicitar préstamos de hasta un 2% de su PIB.
Los riesgos que pesan sobre la previsión de una desaceleración del 4.3% en el volumen del comercio mundial en 2020 son a la baja, porque los anuncios sobre los cierres de fronteras no se consideran en el modelo de previsión de Coface (basado en el precio del petróleo, los costes del transporte marítimo, la confianza de las empresas del sector industrial en Estados Unidos y las exportaciones coreanas como variables explicativas).
En el largo plazo, la crisis del Covid-19 podría tener también consecuencias en la estructura de las cadenas de valor globales. De hecho, la principal fuente de vulnerabilidad de las empresas, en el contexto actual, es su gran dependencia de un número reducido de proveedores, localizados en unos pocos países. Por lo tanto, aumentar el número de proveedores para anticipar las potenciales rupturas en las cadenas de suministro es ahora una prioridad para las empresas.
Una mayoría de los sectores afectados
Para las empresas, las repentinas medidas de confinamiento social adoptadas por los gobiernos en más de 40 países para evitar la propagación del Covid-19, que afecta a más de la mitad de la población mundial, han tenido consecuencias inmediatas.
Estos confinamientos se traducen en un shock de la oferta sin precedentes, ni siquiera en las grandes crisis anteriores. El shock inicial no se debe a una crisis financiera, sino a la economía real, dado que las personas no pueden acceder a sus lugares de trabajo y las empresas sufren disrupciones en las cadenas de suministro de bienes intermediarios.
El turismo, la hostelería, la restauración, el ocio y el transporte han sido golpeados duramente, así como la distribución especializada y la mayoría de los sectores industriales (excluido el agroalimentario). Otros sectores de servicios se han visto mucho menos afectados: telecomunicaciones, agua, saneamiento, entre otros.
Los bienes de consumo durables, como los automóviles, se encuentran probablemente entre los más afectados. Otros gastos, como el textil y los productos electrónicos, son susceptibles de ser reducidos casi a cero. En el otro extremo, el consumo de productos agroalimentarios y farmacéuticos se beneficiará de esta situación excepcional