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Así vivimos y moriremos en España

Redacción 17 de junio de 2020

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Por Fernando Ballesteros y Juan de Ipiña García, de RGA Re*

No sabemos a ciencia cierta las causas futuras de fallecimiento en España, sin embargo sí podemos inferirlas basándonos en el pasado, en las principales causas de fallecimiento y en las tendencias de los últimos años. En España en las últimas décadas ha existido un incremento notable de la esperanza de vida, sin embargo esta tendencia parece haber cambiado y se ha ralentizado en los últimos años. ¿Por qué?

La esperanza de vida en España ha experimentado un incremento material desde 1975. Al comparar las tasas de mortalidad bruta anual hemos generado un análisis de las tendencias de mortalidad por tipología de fallecimiento, edad y género. La conclusión principal es que las personas mayores de 50 años han experimentado una mejora en la probabilidad de fallecimiento durante los últimos 20 años, con algunas excepciones, pero esta mejora se ha ralentizado en la última década y está suponiendo un menor crecimiento de la esperanza de vida.

Para comprender la dinámica detrás de la reciente desaceleración en la mejora de la mortalidad española, se necesita una mejor comprensión de los factores de riesgo de mortalidad subyacentes. Es por eso que hemos mirado más allá de los datos actuales de la causa de muerte y hemos examinado los cambios en los factores de riesgo en la población, es decir, aquellos factores que afectan a la probabilidad de enfermedad o accidente. De este análisis vemos evidencias que dicha desaceleración en la mejora de la mortalidad no sólo es atribuible a factores de riesgo de carácter biomédico, como alta presión arterial, sino que en gran medida vendrían a su vez explicados por riesgo de comportamiento, como por ejemplo una dieta inapropiada o una vida sedentaria.

¿Qué impacta en el cálculo de la esperanza de vida?

Principalmente de la probabilidad de fallecimiento actual, los factores de mejora de la mortalidad y de la volatilidad de las causas de fallecimiento a corto plazo.

La probabilidad de fallecimiento actual es resultado de nuestra forma de vida, la carga genética, los accidentes y causas externas como la polución en las ciudades. Todo ello condiciona en gran medida en cómo morimos. De tal forma que en el año 2018, en España, las principales causas de fallecimiento fueron las descritas en el gráfico 2 (acorde a la clasificación ICD – International Classification of Diseases).

Al comparar 1998 con 2008 y 2018, podemos concluir que la distribución de las tres principales causas de fallecimiento se ha mantenido bastante constante en los últimos 30 años en España, sin embargo, los pesos han cambiado materialmente a favor de otras causas. Un buen ejemplo es que las muertes por enfermedades circulatorias se redujeron del 36,5% al 28,3% y, por ejemplo, las enfermedades del sistema nervioso y de los órganos sensoriales (p.e. Alzheimer y demencias) aumentaron del 2,2% al 6,1%. Esto se explica por el envejecimiento de la población española.

En segundo lugar, los factores de mejora de la mortalidad dependen de cómo van evolucionando las probabilidades de fallecimiento. Si observamos la Tabla 4, vemos que prácticamente en muchas de las causas relevantes de fallecimiento, se ha pasado de una mejora a un empeoramiento, y en aquellas en las que el fallecimiento sigue reduciéndose, lo hace en menor medida que anteriormente. Este es un factor muy potente en la estimación de la esperanza de vida puesto que marca la tendencia de la probabilidad de fallecimiento.

Por último, el tercer factor es la volatilidad, la cual tiene una influencia temporal. Un ejemplo claro podría ser una temporada crítica de gripe o un escenario como la pandemia Sars-CoV-2 donde la alta mortalidad puede acelerar los fallecimientos.

Por tanto, el cambio de tendencia en la esperanza de vida se ha debido a muchos factores. Entre otros, un cambio en el patrón alimenticio que favorece la obesidad y mayor sedentarismo. La obesidad se considera uno de los principales factores de riesgo para una serie de afecciones crónicas y problemas de salud, incluidas enfermedades coronarias y cerebrovasculares, diabetes, presión arterial alta y algunos tipos de cáncer. En cuanto al sedentarismo duplica el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares y diabetes tipo II, así como de padecer hipertensión arterial, lo que conlleva a que estas personas tengan entre un 20-30% más de posibilidades de morir de forma prematura. Otro ejemplo son los factores medioambientales, tales como el incremento de la polución en las grandes ciudades, que incrementan las enfermedades crónicas respiratorias.

Impactos del nivel socio-económico

Este impacto no es uniforme al conjunto de la población. De forma empírica, es interesante ver que hay diferencias en los resultados de salud según el nivel de educación alcanzado por los ciudadanos. Existe una la relación entre la prevalencia de enfermedades crónicas y el nivel educativo de las personas. En todos los casos, cuanto mayor es el nivel educativo, menor es la prevalencia de enfermedades crónicas.

Vemos, por lo tanto, que, sin entrar en la causalidad, los niveles educativos son importantes para comprender las diferencias en salud y encontramos perfiles epidemiológicos marcadamente diferentes según el nivel de educación de los individuos. De forma general la esperanza de vida en estamentos socioeconómicos más altos es mayor en España. A modo de ejemplo se adjunta la relación de infarto de miocardio y los niveles de estudios cursados.

¿De qué vamos a morir?

A corto plazo y medio plazo la situación no va a cambiar mucho en relación al presente. Es difícil predecir qué va a ocurrir. Sin embargo creemos que a corto plazo el estancamiento en el crecimiento de la esperanza de vida en España se va a mantener.

Las razones son varias. Además de las explicadas al inicio de este artículo (dieta inapropiada, inactividad física y polución en grandes ciudades) existe un impacto por la aceleración de fallecimientos por el Sars-CoV-2, el cual en sí mismo no es material. Creemos que esta pandemia traerá un impacto a medio y largo plazo, que sí puede ser material. Una vez que ya hemos pasado el pico del coronavirus habrá una segunda ola de pacientes. Aquellos que esperan una operación, diagnóstico o tratamiento, y … ¡ pueden llegar tarde! Como ejemplo, hubo un 40% menos de casos de ataque cardíaco entre la primera semana de marzo de 2020 y la tercera semana de marzo de 2020, según una encuesta realizada por la SEC (Sociedad Española de Cardiología), lo cual es poco creíble, a no ser que los ciudadanos dejaran de ir al sistema sanitario por temor a contagio.

Entre los principales impactos en la probabilidad de fallecimiento futura, queremos destacar que:

  • Aparecerán signos de insuficiencia cardíaca en más pacientes. Seguramente doble o triple en los próximos meses y años según la SEC; o,
  • Habrá tasas de mortalidad más altas en accidentes cerebrovasculares debido a que muchos casos no fueron diagnosticados y, en consecuencia, no se trataron de la manera correcta o incluso no se trataron; o,
  • Retrasos en las pruebas de cáncer que pueden ser fatales.

Para finalizar, queremos destacar la dificultad de predecir la evolución de la esperanza de vida en España, incluso teniendo una mayor comprensión de los factores de riesgo de mortalidad subyacentes. Sin embargo, creemos que persistirá el estancamiento en el crecimiento de la misma en los próximos años dado el impacto de esta pandemia y el cambio de usos y costumbres en la dieta alimenticia y en el sedentarismo en España. Finalmente, se ha destacado que los años de la crisis económica anterior desde 2008 fue una causa para el aumento de la mortalidad, sin embargo no hemos encontrado evidencias empíricas directas. Sin embargo, si ello fuera cierto, la incertidumbre económica de los próximos dos o tres años no va a ayudar a una mejora de la esperanza de vida.

*Fernando Ballesteros es Pricing Actuary en RGA re International Ibérica; Juan de Ipiña García es director Business Development, GFS EMEA, en RGA re

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